Ver para creer

 


- "(...) ponte frente al espejo y empieza a creer en ti" dice parte de este pequeño texto que acompaña a esta preciosa ilustración que resume visualmente mi momento actual.
Que pereza que me da!

Una parte de mi sabe que está accionando des de una presencia soberana y muy coherente con mis valores y mi particular forma de ser y estar en el mundo hoy, conservando mi esencia, mi autenticidad.
Otra parte de mi, se hace la remolona, se despereza lentamente y dibuja una pícara sonrisa en mi rostro. Una sonrisa genuina desde esa parte de mí más jovial y espontánea, es  la niña que fuí y a la que he ido dando espacio y reconocimiento en este último año; cada vez la siento más integrada, con más calma, ya no exige, no reclama tanto, ni tan a menudo. Eso me da una agradable sensación de paz. Una paz que quiero sentir más tiempo, quiero saber preservar y cuidar, al fin y al cabo hace años que la he estado buscando por todas partes. Una paz que no podía emerger porque había mucho dolor reprimido.

Mi sonrisa se desdibuja un poco ante la solemne determinación de la mujer adulta que soy cuando esa voz al más puro estilo de "Pepito Grillo"  me susurra al oído:

- Levántate, mira ahí fuera. La primavera se manifiesta exuberante en su máximo esplendor...es el momento, "toca florecer", e inmediatamente me invade una incómoda sensación que no sé nombrar, y un rasgo conocido en mí aparece: es la pereza se hace presente invadiendo todas y cada una de las células de mi ser. Y es que, descansando en mí se está tan bien...  quiero quedarme más, aunque sólo sea un ratito más.  Y me doy permiso y me quedo. Me quedo conmigo. En silencio y sonriendo. 

He estado tan bien este último invierno acunandome en una nana que nunca me fué cantada, en unos brazos que han aprendido a sostener torpemente y con miedo pero que por fin me abrazan como nunca nadie lo había hecho. Ha sido tan difícil para mí, aprender aquello que no recibí jamás, aquello que se hace presente más por su ausencia que por experiencia que hasta que no lo he recordado no he podido ponerme erguida para mirarme y poder verme en el espejo.  Recordar la soledad y el abandono duele. Mucho.  
La incomodidad es mi mente insistiendo en seguir con el plan organizado, (por que en algún momento escribí en alguna lista todo aquello que iba a pasar al llegar la nueva estación; me puse fecha de caducidad en esto de revisar mis motivos y mis patrones heredados antes de volver a estar a tope hacia fuera) pero ahora resulta no me apetece tanto hacer el chequeo y cumplir con lo planeado. Me apetece respirar profundo, expirar y esperar a ver que siento antes de dar el siguiente paso.

Y sobretodo me apetece seguir mirándome para darme cuenta. Para constatar, para verme con mis propios ojos, ya no quiero más verme a través de los ojos de los demàs.
Me he dado cuenta de lo egoísta y exigente que era por mi parte esperar que sean otros los que me vean y me den el lugar. Si pudiera volver atràs, cambiaría muchas cosas, sobretodo no querría poner mi responsabilidad fuera de mi. No cedería tanto mi poder. Ahora ya no lo quiero ceder.

Me doy cuenta de cuánto sentido ha tenido el cansancio que me ha habitado en todo este proceso de renovación y construcción de mi nueva estructura.
Y sé que no lo he hecho sola, sé que sin esa ayuda externa que me ha sostenido cuando yo no podía -ni sabía cómo hacerlo-, no hubiese sido tan fàcil.  Bueno, fàcil quizàs no es la palabra, seguramente la palabra adecuada para lo que quiero decir es "posible". Posibilidad.

Me han acompañado y acompañan personas muy profesionales, que con su buen hacer han sido testigo de mis narrativas internas, intensas y eternas, también del desbordamiento de mis lagunas negras llorando a moco tendido. A todas ellas, gracias. Un gracias grande a las persona que la vida me ha puesto delante; un gracias dirigido con toda mi intención de dar valor a la capacidad de escucha, de sostener, de ofrecer regazo, el pañuelo y unas palabras que sostienen con tanto amor y ternura. Gracias a esa mirada sin juicio, compasiva: una presencia serena junto a un gesto amable que acoge y consuela. 
Un saber estar en el sano límite del amor que cura, que es terapéutico y que yo he necesitado tanto.
Una labor que admiro por que me ha ofrecido el contexto necesario para escucharme, abrazarme, sostenerme, y ofrecerme el tiempo y el espacio para que yo pudiera crear mi propio maternaje. Encontrando mi nueva forma, a mi manera y ritmo.

Una labor que siempre he admirado y ha llamado mi atención, y para la que me estaba formando justo cuando empezó todo...cuando la grieta dejó pasar las filtraciones suficientes que destruyeron los cimientos de aquella vieja estructura que ahora sé que se me estaba quedando pequeña. La sombra necesitaba espacio y los muros que la contenían se rompieron y se desmoronaron sobre sí mismos. 
Algunas crisis hicieron falta para que yo pusiera luz a aquello que permanecía en la sombra, y de forma contundente y brutal arrasaron con todo para dejarme desprotegida y vulnerable, desnuda ante mi propia carència:  lo peor fué el descubrimiento de un terrible sentimiento de no haberme sentido amada.
No estoy diciendo que mis padres y los adultos en mi vida cuando era niña no lo hicieran; me dieron todo el amor que supieron y pudieron dar, eso también lo sabía ya desde hace tiempo -no soy nueva en esto de mirar hacia dentro-, pero no era eso, hace tiempo que no siento ningún reproche en eso.  
Nunca me faltó lo necesario para estar cuidada en el mundo. Y sé que mis padres me dieron todo lo mejor, todo lo que supieron dar.
Estoy diciendo que necesitaba profundizar aún poco más en mi propia oscuridad, en mi herida para poder integrar mejor aquello que me movía, y me llevaba a lugares donde yo ya no quería estar.

Me estoy reformando incluso en esto de ponerle un nombre a mi vocación, porque en este proceso de barrer los escombros, restaurar algunos cimientos, y reconstruir un yo nuevo reviso mis creencias desde una mirada nueva para mí; desde una lentitud que está resultando ser más productiva y eficaz que todos los impulsos y movimientos que me llevaron a conseguir objetivos en mi juventud, però que no me traían paz. Y todo esto ha querido que revise eso de encontrar aquello para lo que se supone he nacido.
No es que renuncie a mi esencia, es que me he dado cuenta de que mi esencia no cabe en un solo rol, en una única función en este escenario que a veces me parece la vida, ni en un solo personaje del guión; una etiqueta, un solo objetivo es poco y me limita, eso le da mucho significado a todo lo que he vivido.

Estudiando, preparándome, buscando en disciplinas y teorías, queriendo aprender más es cierto que he encontrado algunas respuestas, palabras nuevas y algunos conceptos que han satisfecho mi sed de saber y sé que lo seguiré haciendo porque mi curiosidad de hoy me conecta a la niña que fuí, a la eterna aprendiz que descubriendo cosas nuevas aprende nuevas formas de ser y estar en el mundo.

Pero viví durante mucho tiempo como si me faltara algo y es que, me faltaba yo.  
Resulta que me he pasado casi toda mi vida buscando en el mundo algo que estaba mucho más cerca de lo que yo podía imaginar. Y claro en esta búsqueda hacia fuera y desde mi sentimiento de carencia todo el mundo me parecía más listo, más capaz, más "mejor" y con más posibilidades... y yo siempre andaba poniéndome al límite de mis resistencias para estar a la altura.  ¿A la altura de qué?, ¿ De quién?... 

En fin, que desde que he podido poner luz, y he sido capaz de llevar a terapia a mi yo más herido he podido renombrar un montón de maneras de pensarme erróneas, o por lo menos poco beneficiosas para mí hoy. Ahora, ya no tengo prisa, ni tampoco deseo de ser quien no soy, ni siento que tengo que demostrar nada en el mundo y mucho menos tengo necesidad de "ser" esto o aquello...  de hecho al pararme, al quedarme muy quieta me he podido presenciar en mi realidad de una forma brutalmente sanadora para mí: todo lo que necesito hoy ya está aquí, ya está en mí.  

Lo que hoy veo en el espejo al mirarme esta bien. Esta muy bien. Y me gusta. Incluyendo mi pereza que al fin y al cabo también soy yo manifestandome en un aspecto al que no he dado demasiado espacio antes, y que ahora me apetece vivir con toda la consciencia que sea capaz de poner, por puro placer. Y que para nada es una pereza nombrada con ninguna connotación negativa, al contrario. 
Es un permiso que me doy para permanecer y sentirme, para no huir nunca más de mi misma.











Comentarios

Entradas populares de este blog

Reconexión

Fórmula para el bálsamo mucolítico y expectorante

Honrar a los ancestros