Ayer estuve en un Círculo de Mujeres. De nuevo tuve la ocasión de compartir la suerte una vez más, de ver como impera el respeto de una forma natural e integra cuando la sensibilidad, la búsqueda de consciencia y el deseo de estar en presencia a la vez que en conexión con el resto de grupo, es un deseo compartido. Es entonces cuando armoniosamente y con la fluidez ligera y dulce de un amor liberado de prejuicios, se da rienda suelta a la confesión, a la demostración de afecto y amor. Podría haber sido un Círculo de hombres, o de ambos géneros, por supuesto. La cuestión es poner la consciencia en el sentido íntimo y libre de juicio respecto a lo que ocurre en el Círculo. Es un espacio cerrado físicamente y contenido entre las parsonas que lo comparten y abierto a la vez a muchas posibilidades. Ayer, el contexto todavía prestaba más a todo esto que describo:  El motivo del encuentro era de celebración, de ganas de acompañar a una hermosa mujer, amiga y amante de todas las personas que