Honrar a los ancestros

Hace unos meses, los suficientes como para que me sienta libre y pueda escribir con el debido respeto hacia mi propio proceso y hacia el sistema familiar al que pertenezco que, participé en un taller de constelaciones familiares.
Bien, participé y trabajé en mi sistema sobre algo que se me movía dentro, muy visceral y sentido desde hacia tiempo y que no conseguía encajar en mi vida por mi misma.
Como siempre, y una vez más, el movimiento que fué aparentemente sutil ha resultado no solamente útil para mi, sino mas bien íntimamente sagrado.
No me siento preparada para ello, y no es el caso de que me ponga a detallar ahora en que consisten las Constelaciones Familares, no sabría hacerlo. Y tampoco me apetece.
Mas bien quiero agrader simplemente todas y cada una de las veces que, gracias esta herramienta de trabajo terapéutico siento haber sanado algo a nivel profundo y hasta entonces secreto o mas bien diré: desconocido para mi sobre mi misma.
Hace unos meses también, seguramente por el mismo tiempo que se movía en mi el desajuste o la incomprensión ante un amasijo de sentimientos y emociones que me incomodaban, cayó en mis manos el libro de Joan Garriga: ¿Donde están las monedas? Se me ocurre describirlo como un bonito cuento que narra como a menudo los hijos enfocamos mal nuestro dolor y reproche hacia los padres por todo lo que creemos no haber tenido o no hemos vivido, e imagino que también en algunos casos serà por lo que si se ha tenido y no se vive como nutritivo.
En mi caso ha sido mas bien por carencias o faltas de mis necesidades infantiles relacionadas con el contacto interpersonal, con el tacto, con la falta de afecto manifestado, en definitiva la carencia de espacio para la dulzura, la ternura, la sensibilidad y el aprecio. Cualidades humanas que para mi son y han sido siempre vitales, y que, ahora de adulta sé que cuando no puedo conectar con ellas me falta algo realmente primario en mi, casi seria igual a decir que "me falta el aire"...
El caso es que con los años y movida por diferentes malestares a veces físicos y otral del alma, si que lo había trabajado con aparente éxito.
De la mano de una buena terapeuta y profesora de reflexologia emocional i rebirthing, hace ya años unos cuantos años vislumbré esa sombra que estaba justo detrás de mi, y que estaba captando toda mi atención por lo que ésta no estaba puesta hacia el futuro sino ahí, cautivada, mirando hacia atrás y dificultando mi viaje hacia adelante. Por mucho tiempo me dí por satisfecha con haber puesto la consciencia en eso, y reconozco que encontré poder personal, amor en el camino, oportunidades y los dos grandes regalos que vida me ha dado: mis dos hijos.
Pero últimamente un sabor amargo me iba descubriendo de nuevo que algo andaba mal, sentía de nuevo que alguna cosa me faltaba, que algo no estaba del todo " en su sitio".
Mi incomodidad se mantenía latente, mi disgusto despertó y creció a partir de hacerme consciente de una característica mía que desde niña integré como si fuera un defecto y resulta que hoy sé que es mas bien una virtud (una verdad personal) no abrazada, no reconocida ni valorada, y en este momento del camino ya no me servía lo de "no me valoraron en mi infancia"... No. No lo sentía así, pero tampoco sabia como y donde colocarlo.
A mis 44 años todavía seguían vivos desencuentros importantes entre la niña que fuí y la mujer que soy. 
Así que, decidí regalarme para mi cumpleaños un Taller de trabajo personal, le pedí a mi compañero que se ocupara esa tarde de sábado de los niños y me ofreciera así el tiempo y el espacio que yo necesitaba para mi. 
Parece fácil, verdad? Y obvio:  " pedir para mi", seguramente eso también estaba ahí por resolver...porque ese primer paso me costo un buen esfuerza. Seguramente en ese momento y desde esa magia que ocurre invisible cuando tomamos decisiones firmes para nuestro bienestar, ya empezó a darse el proceso de cambio en mi. Sé que nada es casual, que todo son mensajes de la misma alma que una y otra vez crea oportunidades. Al menos así ha sido y es en mi experiencia.
El taller fue un éxito, si entendemos el éxito como esa saludable sensación de felicidad.
Esa paz que llega cuando puedes abrir el corazón y sentir, fluyendo en ese amor que es más real y poderoso que cualquiera de sus otras formas y variantes amorosas. Este estado de ser que permite reconocer que todo esta bien, que ha sido y es perfecto.
Necesitaba el permiso de mis ancestros; más bien de ellas, las mujeres de mi sistema familiar materno. Necesitaba comprender y aceptar sus miedos, sus duelos y anhelos...para seguir sin dudas hacia delante, sin culpa y sin sentir que "debía" algo por ir a conquistar mi destino, por seguir mi propia voz interior.
Ahora, despues del taller sé que puedo. Y ahora siento de veras que puedo honrar sus vidas. Sus secretos. Sus temores y aspectos mas particulares que, al fin y al cabo han permitido el paso de la vida por ellas y que me han dado un lugar en nuestro sistema familiar, un lugar que agradezco, acepto y honro porque honrando mi vida las honro a ellas, porque agradeciéndoles todo, absolutamente todo me doy permiso a ser quién soy.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Fórmula para el bálsamo mucolítico y expectorante

Introducción. En nombre de Maia