Reflexión de fin de año: sigo caminando hacia la libertad

Es inevitable para mí, llegando a este momento en el que se acaba el año viejo que piense en todo lo que he vivido hasta hoy. Y no me refiero solo a lo vivido en este último año de mi historia, sino más bien mi visión me lleva a sumar a mi vida, todo lo que este último año me ha traído, tal y como ya va ocurriendo desde hace unos años...y este 2.015 ha sido tan próspero que se me llena la mente mientras tecleo con mis dedos que no alcanzan a seguir mis pensamientos.


Este año por sobre de cualquier otra de mis muchas riquezas hay un acontecimiento muy especial:
el nacimiento de Eva, mi segunda hija.
Y es que ser madre de otro ser me llena tanto, que cubre mucho más allá de las expectativas que jamás tuve al respecto. Mis dos hijos son mis dos grandes maestros. Gracias a ellos experimento y aprendo del AMOR en mayúsculas; por ellos soy capaz de cambiar de mi personalidad lo que antes parecía imposible, y con ellos vuelvo a conectarme a la niña que fui, la que de algún modo aun soy...

Además, Eva ha puesto equilibrio en casa: éramos tres, y el equipo estaba compuesto por dos chicos -mi hijo y mi compañero, su padre- y yo, y ahora somos dos y dos. Dos hombre y dos mujeres.
Parece una tontería... pero el sexo predominante en un equipo dice mucho de la acción o no acción del mismo.

Este año 2.015  me he re valorado de nuevo.
Si. Como las acciones en La Bolsa que de repente suben de valor!
Pues eso. Que me cotizo mas, y sobretodo mas acorde con mi realidad.
O mejor dicho, he re ordenado los valores que conforman mi forma de entender la vida. Siento que al sumarse energía femenina en mi vida tras el nacimiento de mi hija, yo he hecho un replanteamiento respecto a lo que "ser mujer" se refiere.  Así, como deseo que se respete a mi hija, siento que debo recuperar y nombrar de nuevo aquello que significa el respeto para mí.


Miro hacia atrás y pienso en cuantas ocasiones en mi vida me he sentido respetada; o mas bien diré, cuantas no me he sentido respetada, por que esas son - y no las primeras- las que han dejado huella en mi.  Y no una huella insignificante no. Cada uno de los nódulos que habitan mi tiroides, simboliza una agravio sentido. Un acontecimiento, una situación, una acción personal, o un ataque de alguna persona que ha hecho que me sintiera pequeña, molesta como poco, y ninguneada mas bien. Desvalorizada, ridiculizada... violada de alguna forma, aunque en el sentido simbólico de la expresión.

Así que, cuando hago recuento hacia atrás, y recuerdo el momento exacto hace ya casi catorce años en el que me diagnosticaron bocio multinodular con un porcentaje entre el 20 y el 30 por ciento de posibilidades de desarrollar un cáncer maligno en alguno de los nódulos y convertirse en tumor, me alegro muchísimo de haber tomado la decisión de coger las riendas de mi vida y me siento feliz por todo y cuanto he vivido. Evidentemente que no estoy hablando de superar alguna grave enfermedad terminal, pero para mí fue un momento transcendental desde el que empecé un trayecto definido por un único objetivo: buscar mi felicidad.
Y ser feliz que debería ser fácil, para mí no lo ha sido. A sido mas bien un lento y torpe aprendizaje en el que aun estoy sumergida a diario, aunque reconozco que cada vez es mas fácil, liviano y fluido.
En aquel momento descubrí que mi personalidad siempre había buscado la felicidad a través de ver felices a los demás, recuerdo que incluso mi discurso siempre se basaba en explicar anécdotas de las vidas de los demás, de personas que admiraba, amaba o incluso envidiaba.

Aquel bendito diagnóstico puso en mis manos la llave que abre todas las puertas.
La de "tener ganas de vivir".  Tener ganas de vivir una vida. La mía.
Una vida auténtica...y por autentico me refiero incluso a la parte que me permite cometer errores. Como si no podía aprender a ser feliz?
Así que, hoy me atrevo a decir que mi primera gran hazaña en esta vida la cometí con casi treinta años, a los veinte y ocho exactamente. Superando mis miedos, y atreviéndome a salir al mundo con una actitud diferente: la de conquistarme a mi misma.

Al imaginarme en una posible circunstancia que me podía haber llevado a la enfermedad sin remedio, a la muerte, supe que, aun no había vivido todo lo que yo quería vivir, sentir, experimentar y aprender en este viaje.  Y en lugar de apenarme por el diagnostico o dejar que el miedo invadiera mi alma, por primera vez de verdad, me sentí capaz de elegir: y decidí poner toda mi energía en ser consciente que, el tiempo que me quedaba por vivir iba a ser auténtico, elegido, consciente, saboreado y atendido.

Y aunque aun estoy en ese camino, pues creo que aun me queda mucho por ver, por conocer y reconocerme, sé que en estos años he recopilado una gran colección de tesoros: anécdotas, aprendizajes, proezas personales y anímicas que conforman mi nueva forma de ser.  Me siento rica, y satisfecha con todo lo que he recogido en el camino, y me siento...si, por que no escribirlo: cada día un poco más libre.  Más liberada de mis propios prejuicios, más liberada de la influencia de las personas que me rodean. Mas liberada incluso del amor romántico e idealizado que hace que inventemos personas que deben cumplir nuestras expectativas, para ser más honesta y ver a quién tengo ante mí, por lo que es, por quién es y no por quien yo quisiera que fuera.

Algunos años, de estos últimos catorce he olvidado un poco mi objetivo vital. Y es entonces cuando la vida de nuevo, me avisa... de alguna forma, casi siempre sutil al principio, y si no me doy cuenta un poco más drásticamente.  Entonces respiro hondo y reflexiono, para emprender de nuevo la marcha en la única dirección posible: ser feliz.
Es como si ya no hubiera vuelta atrás, una vez abres la puerta a ser consciente de quién eres, y qué quieres en la vida, no lo borras mas de tu mente.

Eso es lo que me ha traído este año, para que no lo vuelva a olvidar mas: consciencia de mi camino.
Y una vez más, es la maternidad lo me ocupa con mas presencia en mi vida, el recordatorio diario de quien soy, y lo que le da sentido a mi razón de ser.

Con Raimon, mi primer hijo aprendí a escucharme. Me retiré del mundo, rompí lazos limitadores y vínculos que no me nutrían.
Con Eva,  he renovado mis votos, reconozco quién soy, mi esencia.
Mis dos hijos que son mi manifestación mas bella, mi ofrenda y agradecimiento a la vida perpetuando en ellos un poquito de mí misma, me guían como dos luces en el firmamento cuando el camino se borra por la oscuridad de la duda, la indecisión o el miedo. Ser madre me ha hecho mas fuerte, mas decidida y capaz de luchar por ellos, por mis principios, y también por mis valores. He reflexionado mucho sobre como quiero educar a mis hijos:
 Quiero que hagan lo que yo diga, por que yo lo digo...?
La respuesta es no.
Quiero que se atrevan a equivocarse, a preguntar, a explorar, a seguir su propia curiosidad e intuición.
Y no se me ocurre mejor manera de enseñarles que con mi propio ejemplo.

No quiero que el día de mañana piensen como yo.
Quiero que piensen por ellos mismos, y que, si se da el caso, reconozcan en su recuerdo  lo que para ellos sea valido, y lo tomen como propio pero solo si así lo sienten.
Como es natural  conocerán nuevas formas de ser y de hacer, y quiero que se sientan libres para vivirlas si así les apetece. Si lo que para ellos ha de ser válido va en contra de mis propios ideales, me gustaría mucho, y me daré por satisfecha si lo consigo, que sepan y se sientan libres para vivir su propia historia personal. Que no se cuestionen ni por un momento que pensara su madre por que son o hacen "esto o aquello"...por que me gustaría mucho, de verdad, que supieran, que sintieran que su madre les anima a ser libres. Libres incluso de su propia opinión. Libres para hacer a su manera. Libres por sobre todos los condicionamientos personales, sociales, morales y/o familiares.

Y con tal empeño me dedico a explorarme y a profundizar sobretodo en mis rincones más oscuros; los que aun no conozco, y los que se que me asustan y a los que temo.
Así que, ahora que empieza un nuevo año, me deseo a mi misma coraje para seguir caminando hacia la autentica y genuina libertad. Por que sé ciertamente, que ese es el mejor legado que podré dejar tras de mí.

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Para tal empresa, he decidido que a partir de mañana tomaré 15 días: Mímulo de Bach.
(Mimulus guttatus)
La esencia que me conecta a mi personalidad base, pues reconozco que me caracteriza el miedo, la falta de valorización y un sentimiento de pequeñez que empobrece mucho mi alma.
Mímulo nos ayuda a superar los miedos que sabemos nombrar.
Útil para los miedos frente a los asuntos cotidianos.
Para el temor al dolor, a la pobreza, a caer enfermos, a las desgracias personales u otros miedos más puntuales. Para los casos de  timidez. Las fobias. Las inseguridades.
Muy útil para los niños introvertidos.
Para las personalidades frágiles, asustadizas, cautelosas y con escaso sentido del humor.

Potencia la capacidad para el intento. Deshinibición. Y es un gran relajante de la tensión física y mental.

Recomiendo su ingesta en dosis de 4gotas, 4 veces/dia, durante 15 dias. Tomando consciencia de su efecto y usando la meditación como pauta diaria para asentar y enraizar el trabajo de contactar con los miedos originales que dan fruto a bloqueos aun presentes.


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