Ecuanimidad

El título que me apetece en realidad usar para esta entrada es:

ECUANIMIDAD VERSUS "CAOS" EN EL HOGAR

Pero me parece en sí mismo demasiado caótico y no parece que invite a seguir leyendo... de la misma forma que, cuando abro la puerta de mi casa la volvería a cerrar y me daría la vuelta en otra dirección al ver el desorden y todas las tareas domésticas retrasadas y aún por hacer. 

Hubo un tiempo en mi vida en que todo estaba aparentemente "ordenado". 
Decorado con amor, limpio,  mi hogar transmitía espacio, belleza, armonía...pero le faltaba algo...
Y como decia mi admirada cantautora Mercedes Sosa en su canción:  Todo cambia.

Ahora, mi casa es un verdadero "caos" y es justo cuando la siento mas hogareña que nunca.      - bueno, mi pareja dice que soy una exagerada, y que yo no he visto nunca una casa caótica, y seguramente tenga razón; él que por trabajo ha estado en tantos hogares y lugares habrá visto alguna peor... aunque a mí, eso no me consuela, aquí vivo yo, y mi familia, y es donde quiero estar a gusto -.

Ciertamente estoy siendo un poco exagerada, en realidad si que estoy cómoda en casa.
Y creo que eso aun me desconcierta más!
Yo que cuando viví sola, y llegué a estatus de "la perfecta soltera" presumía de ser la anfitriona ideal organizando encuentros, tertulias entre amigos, cenas entrañables y algunos otros eventos de carácter social, ahora soy incapaz de poner la mesa con un pelín de encanto, mantener las jardineras del patio llenas de flores frescas, o simplemente de conseguir el suelo de la sala más de dos horas limpio.

Si me encuentro un montón de ropa por doblar sobre la cama, y quiero echarme a dar el pecho a mi pequeña, la desplazo al sillón, o si mucho me apura, simplemente la aparto hacia el otro extremo.
Cuando oigo desde la cocina:
- no hay platos limpios cariño?
Pienso:
- mmnmn... nnmnm... no tengo ni idea - respondo por fin-, si no están en el armario, búscalos en el lavavajillas, y si tienes suerte, estarán limpios...

Increíble! ( lo leo y me da vergüenza!). Pero es cierto.
Tan cierto como que me da un poco igual la imagen que dé al escribir esto.
Porque estoy viviendo más cómoda que nunca, más tranquila que antes, y mucho más organizada anímica mente:  ahora sé lo que es más importante.

Y no creáis que voy a decir: mis hijos.
Por ellos daría la vida si. Pero lo que ellos me enseñan a diario, es que lo más importante para ellos, es que yo que soy su mamá y su cobijo, les dé presencia, les de seguridad y esté disponible para lo que necesiten de mi,  y para eso tengo que estar bien, tranquila, feliz y relajada, disfrutando de la vida, y aprendiendo a mantener la calma, aun cuando el desorden más increíble pueda rodear nuestra vida. Por suerte en mi vida, como en la de todo el mundo, nada es o pasa por casualidad...

Por aquella época en la que todo parecía ordenado, - y luego más tarde supe que en mi corazón no era así -, anduve buscando en diferentes caminos de crecimiento personal. 
Uno de ellos es el de la meditación.
De todos los encuentros a los que asistí, y de las pocas técnicas que conocí, me convenció una en particular. No sé explicar muy bien por que. Simplemente estaba cómoda. Me sentía en paz.
Observé que muchas veces llamamos meditación a técnicas que si que son muy validas en el trabajo persona y su evolución,  pero que, exactamente no son lo mismo que meditar. Me refiero a rezar, a visualizar, sintonizar la energía, canalizar mensajes o otras actividades relacionadas con lo que podemos llamar el mundo espiritual. - Todas ellas muy respetables y nada tengo que decir en contra-.

Pero a mí, la practica que más me acercó a conocerme fue simplemente meditar en silencio.
Aun hoy, sin poder dedicar demasiado tiempo a ello, ni poder hacer ningún ritual añadido al acto en sí, pararme y sentarme cómodamente en el suelo o en una silla, cerrar los ojos y sentir mi propia presencia desconectando poco a poco los sentidos del mundo exterior para concentrarme en mis respiraciones primero, y en... nada mas después, es lo que me lleva a mi centro. 
Si llegan pensamientos, los aparto, no importan...Respiro, y ya esta.  

Reconozco que el hábito de practicar me llevó a descubrir una actitud.
Actitud que aun hoy aunque no medito regularmente, me viene muy bien.
Por que explico todo esto hoy? Pues por que ser ecuánime, mantenerme en mi centro y poder estar con presencia desde la calma absoluta con los niños es una prueba de fuego que ningún gran "buscador espiritual" o meditador debería dejar de pasar.

Cuando participaba en los retiros de silencio - con todos los respetos hacia esta practica-, era relativamente fácil "parar la mente" y buscar el silencio!! 
Lo difícil es por ejemplo, un día como el que viví  ayer, domingo. Mi pareja trabajando todo el día. El día nublado y chispeando, la voz de mi hijo insistente:
- A qué vamos a jugar ahora mamá?
o ...
- A quién invitamos a casa...me aburro! Va...mama...vamos a hacer galletas... por fa...
Y apartando los cacharros de la mesa de la cocina, nos pusimos a elaboras unas pegajosas galletas que dejaron un buen rastro alrededor...

Mientras, la pequeña que justo entra en los seis meses y está en pleno proceso del descubrimiento de la comida sólida, quiere tocar, intenta llevarse algo a la boca...o todo a la boca, mejor dicho. 
Además ya sabe darse la media vuelta y se mantiene panza abajo mientras observa todo, y a veces decide intentar torpemente aún, avanzar hacia el juguete o aquello que llama su atención... uff! que ejercicio y cuanto esfuerzo para ella... así que, de vez en cuando como es normal llora, y casi siempre reclama mi atención cerca.
Todo eso con los juguetes por recoger... aquel montón de libros por ordenar aún...la ropa por recoger del tendedero del patio y el cielo anunciando lluvia.
Ah! y se me olvidaba mi osteópata de confianza dice que tengo que hacer no se qué ejercicios hipopresivos para cuidar mi suelo pélvico...  ay, ay, como si me sobrasen los momentos para mí!!!   



Un dia después, y habiendo encontrado el milagroso tiempo entre una cosa y otra para cubrir "servicios mínimos" me doy cuenta de la gran capacidad de "hacer" que tenemos las mujeres, aun cuando parece que no hacemos nada...
Respiro, respiro, respiro...y siento calma en mi y a mi alrededor; mi niña duerme tranquila, el mayor en el colegio, el padre en el trabajo, y ahora que tengo un momento me siento con una humeante taza de café ante el ordenador y me pongo a escribir... por que si aprendí algo en mi incansable búsqueda espiritual fue que, no importa "todo lo demás", solo respirar y poder ser consciente de nuestra realidad.

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