Vacaciones y libertad


Hace tiempo que no siento el placer de hacer las maletas con el objetivo de descubrir algún paraíso aun desconocido para mí, ni preparo esa ruta emocionante con el cosquilleo que sentía en la boca del estómago pensando en todo lo que iba a descubrir en el camino.
También hace tiempo - más o menos el mismo-, que aprendí a vivir "estando siempre de vacaciones" aunque no precisamente en el sentido consumista: quiero decir que muy a mi pesar, no es que esté siempre con una caipiriña en la mano tumbada al sol del caribe, o de cena en un lujoso restaurante de moda... todo lo contrario!

Cuando decidí parar por una larga temporada mi ejercicio profesional para vivir según mi deseo la maternidad, renuncié a la vez - evidentemente-, a determinadas gratificaciones.
Es fácil de entender: si no trabajas no tienes ingresos.
Como la gran mayoría de mujeres de mi condición social y cultural, elegir dedicarnos al cuidado de nuestros hijos a tiempo completo supone renunciar a determinadas circunstancias. En mi caso fue a poder disfrutar del consumo de determinadas actividades sociales: ir al cine o al teatro, participar en eventos y formaciones de mi interés, salir los sábados de cena...y también tuve que renunciar a adquirir determinadas marcas de ropa, comprar libros, adquirir algún mueble "especial" ni siquiera de vez en cuando y, por supuesto a ir de vacaciones.
No es que viajar a continentes lejanos precisamente haya sido un motivo que me entusiasmase anteriormente, pero si que he gustado de divertirme conociendo gente nueva, descubriendo nuevos lugares, y viendo sitios desconocidos para mí aunque estuviesen muy cerca.

Al planificar mi nueva situación personal y económica era sobradamente evidente que tendría que apretarme el cinturón.
No voy a decir que fuese difícil, ni que haya sufrido por ello por que no seria cierto, aunque si he tenido mis momentos de frustración al no poder asistir a determinados lugares o participar de algunas circunstancias sociales que espero en no muchos años volver a retomar.

Pero a lo que no estuve dispuesta a renunciar fue a algo que nada tiene que ver con tener o no tener dinero: a vivir siempre con una actitud de "turista".
Me di cuenta, al ser feliz con mi retoño en brazos dándole el pecho en cualquier parque, que no necesitaba mucho mas. Que lo que estaba viviendo me llenaba, y desde esa plenitud se me hizo bellísimo el paisaje que me rodeaba, mi mirada de satisfacción hacia que todos los quehaceres cotidianos se convirtieran en una aventura: coger la misma línea de autobús de siempre, descubrir una nueva cafetería en el barrio antiguo de mi ciudad, quedar con mi vieja amiga del instituto y comprobar cuanto hemos cambiado, o encontrar una nueva amistad con la mamá del nuevo amiguito de mi hijo... todo se convierte en descubrimiento continuo y aventura con actitud de "turista" y por muy poco dinero.
Reconozco que tenia práctica en hacerlo.
No es la primera etapa de mi vida en la que he tenido que apretarme el cinturón, pero seguramente sí que lo fue respecto a la responsabilidad que representaba para mí: haciéndome consciente de mis elecciones en la vida. Algo así, como ser realmente capaz de sentir el timón en mis manos y dirigir el rumbo del viaje, esta vez, hacia ningún lugar en concreto. Sin pasaportes, sin maletas, sin neceser completo, ni mudas "por si a caso", ni cosquilleo en el estómago.

Así que un nuevo año como desde hace ya cuatro, escucho a conocidos y amigas sus planes de verano: que si preparo mi excursión por el pirineo, que si el lunes cojo el avión hacia Italia, que si a mis hijos les va a gustar ir a Eurodisney tal como les prometí...respiro hondo, y me sonrío en silencio.
Por supuesto que siento envidia, no se vaya a pensar nadie que no!!
Pero entonces recuerdo las pequeñas anécdotas en la entrada o salida del colegio de mi hijo, y me veo disfrutando del privilegio de acompañarle cada día.  Y participando con otros padres y madres en las actividades familiares en el mismo. O recuerdo como nos quedamos en casa todo el día bien abrigados en pijama la última vez que tuvo fiebre y jugamos a hacer puzles, leer cuentos y vimos películas de dibujos y entonces se me pasa la envidia y la frustración por no poder hacer igual que nuestros vecinos y amigos en tiempo de vacaciones.

Es en tiempo de verano cuando más conecto con la "actitud del turista", y es en tiempo de verano cuando me doy cuenta de que la condición de no trabajar ya es equivalente a estar de vacaciones - gran descubrimiento! pensareis...pues claro!! todos los currantes deseamos no depender de trabajar y estar siempre de vacaciones!!-. Y el dinero no cae del cielo... de hecho, mi elección de quedarme en casa en el rol de ama de ella, está condicionada a que mi compañero y padre de mis hijos trabaje para todos. Un rol muy tradicional, si. A veces, los modelos clásicos en versión renovada se hacen actuales y válidos. Así ha sido en nuestro caso.
Lo que quiero decir es que aunque no sean sobrados los recursos económicos, aunque tenga que renunciar a esto o aquello, es ahora, en verano sintiéndome una turista más en mi ciudad, cuando me doy cuenta de que soy mas feliz que nunca por tener el privilegio de ser mujer, de vivir en una sociedad en la que, aunque parezca que no, si podemos elegir como vivir, descubriendo que somos mas libres de lo que creemos y que cada una de las elecciones que hacemos son una responsabilidad muy grande en nuestras vidas.

Una vez, una amiga en una discusión donde manifestábamos opiniones diferentes sobre el mismo hecho, me dijo:  - ¿Pero... que te crees, que porque estés más con tu hijo ahora, no se va a ir nunca de tu lado?.  Y justo en ese momento me di cuenta:  no he elegido estar donde estoy por mi hijo. Eso es pura apariencia... lo hago por mi, por que me satisface, porque siento que es mi lugar y es lo que quiero hacer; porque mi vida tiene sentido así. Quizás solo sea egoísmo, me apetece y punto. En cualquier caso, un egoísmo muy saludable para mi y mi familia.

Una mujer que elige, que se siente libre, es sin duda una mujer feliz.  Siendo felíz me siento mas capacitada para abrazar a mis hijos, para estar dispuesta a dar el pecho a demanda sin horarios ni normas. Me siento generosa y capaz de jugar, de vivir el tiempo sin horarios que necesita el bebé.
Y bajo esa circunstancia, hacer un viaje o dejar de hacerlo, no es demasiado importante, lo verdaderamente importante es ser fiel a una misma para poder seguir hacia delante con los propios anhelos. Ser fiel a mi misma, aun cometiendo errores, se me ocurre que es el mejor modelo a mostrar a mis hijos, como mujer y como persona.
De hecho pienso que no ser madre también es la mejor elección, si eso es lo que una desea de corazón, incluso serlo y decidir seguir trabajando lo es, si se es consciente de que una lo quiere así, y no lo hace "por que toca", "por que así se debe hacer", "por que no hay otra elección"...o por cualquier otra razón que no sea la que verdaderamente justifica nuestro sentir.
Elegir el propio destino, decidir conquistarlo, descubrir los propios límites, nuestras resistencias, reconocer los propios valores, las capacidades y también las debilidades... eso si que es eligir un rumbo hacia un destino exótico, auténtico y a menudo por descubrir aún en plena madurez.

Inspiración:
 "Probablemente la lección más grande de nuestras vidas sea aprender a ser libres; libres de las circunstancias de nuestro entorno, de otras personalidades, y, por sobre todas las cosas, libres de nosotros mismos. Ya que hasta que no lo seamos, seremos incapaces de brindarnos abiertamente, y de servir a nuestros semejantes".
-Edward Bach-

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