La magia y la alquimia en el hogar

Utilizo la palabra ALQUIMIA de un modo totalmente simbólico; no me atrae tanto la habilidad de transformar metales en oro o de descubrir el elixir de la larga vida como el hecho de reconocer en mi, -y por supuesto en cada uno de nosotros- esa capacidad innata de resurgir tras las crisis.
La habilidad de crecer y ampliar los horizontes de nuestra mente tras reconocer la grandeza del alma humana presente en todas las acciones vividas. Y en especial en las mujeres, capaces de transformarnos continuamente, acontecimiento tras acontecimiento, día a día en cada oportunidad cotidiana si ponemos consciencia y atención o lo que nos sucede.
Desde acunar a nuestros hijos, hasta la culminación de un momento creativo sublime, pasando por la limpieza del hogar, la elaboración de pasteles y el divertido quehacer de una fiesta de cumpleaños pueden ser "puentes a un mundo mágico". Acciones que, creadas desde una actitud de generosidad, entrega y pasión llegan a cambiar no solo lo cotidiano, si no que pueden transformar una vida mediocre y gris, en la aventura más apasionante y entretenida que podamos imaginar.
Verdad que descrita así, la vida es mucho mas atractiva?

Me pregunto por que tan a menudo se me olvida y dejo que las emociones me desborden hasta el punto que dejo de ver la magia a mi alrededor. Aquello que tan impecablemente he creado con atención y entrega se desvanece fácilmente tras la primera crisis de impaciencia, estrés o desorden mental que me ocupe. Qué frágil que es la vida cuando dejo de poner consciencia!
Por suerte para mí, -e imagino que para el resto de los humanos-, si el origen de mi malestar esta en "mis emociones", en "mi mente" o en "mi vivencia", he descubierto con aquel viejo método de ensayo y error o acierto, que la solución también está en mi.

Y esta semana en casa, que es el laboratorio de experiencia de vida que mas uso últimamente, hemos tenido una excelente lección de vida: mi hijo mayor que recién se ha transformado de hijo único a hermano ha explotado en una crisis de celos que nos a llevado a replantearnos algunos valores personales a su padre y a mí.
Aún entendiendo que la manifestación de este sentimiento legítimo es lo mejor que podía pasar ante la posibilidad de reprimirlo, no he podido dejar de sentirme abatida por el complejo entresijo de sentimientos propios que me ha despertado: culpa, frustración, sentimientos de incapacidad, de impotencia...Por suerte, la vida que siempre nos propone recursos alrededor me ha traído la oportunidad de abrir mi corazón a amigas, y a personas en las que puedo apoyarme y en las que puedo confiar lo suficiente como para mostrarme vulnerable y débil. Y escuchando sus consejos, dudando de ellos incluso, he podido salir de mi propio dolor y tomar una mejor perspectiva del asunto.
Justo en ese momento me dí cuenta de que me había olvidado de respirar!!
Estaba tan absorbida por lo que me preocupaba que olvidé respirar y tomar consciencia de lo que a mi alrededor ocurría, bueno, más que alrededor debo decir en mi interior:
porque con los celos que naturalmente demuestra mi hijo ante su propia circunstancia, he visto tal y como si fuese un espejo mi propia experiencia con esta emoción.

He hecho un doloroso ejercicio para recordar en cuantas ocasiones me he sentido celosa.
Y me ha servido de mucho. Pero como son dos los hijos que tengo, y a los dos les afecta esta historia, también he querido analizar como me he sentido yo cuando alguien ha sentido celos de mi. Y quizás el peso de la balanza en mi vida se ha desplazado a este lado.  Quiero decir que en mi experiencia me ha generado mas dolor y malestar cuando alguien me ha maltratado por celos que cuando yo misma los he generado ( tendría que preguntar a quién ha sido objeto de mis pasiones por el mismo motivo, sobre el efecto de mis acciones en su persona - quizás me atreva a hacer el ejercicio-).
El dolor que he sentido cuando alguien me aparta de su vida por celos, o me daña y desprestigia, o me manipula...lo siento aun hoy como una herida abierta. En fin, pero todos podemos encontrar experiencias similares... a donde quiero llegar es a la solución que he encontrado:
Me he dado cuenta de que, cuanto más celoso se mostraba mi hijo hacia su hermana, más me violentaba yo con él, más me inquietaba y preocupaba su comportamiento, y es porque empatizaba con sus contradictorios sentimientos de amor y rabia, a la vez que veía a mi pequeña tan frágil e inocente. Ella ajena al origen del malestar de su hermano, sin ninguna culpa de lo que solo su presencia puede llegar a generar en él y tan solo por haber nacido, le manifiesta sonrisas y miradas llenas de puro amor devocional.  No me parece justo! No lo es...Aunque este hecho haya cambiado su realidad (nada más y nada menos!), no soporto ver como le dirige tanto dolor y enfado.

Me recuerdo a mi misma en las dos posiciones: victima y agresora.  Y me doy cuenta de lo frágil que es la línea que separa a estas dos actitudes que al fin y al cabo son tan humanas como el ser persona.


Que grandes maestros son mis hijos, que traen con sigo tantas lecciones de vida. 
Tras conseguir mi propia paz al tomar distancia y poder aceptar tal movida interior, he empezado a relajarme y... plim !!   como por arte de magia, la paz ha ido ganando terreno.
El constante enfado de mi hijo se ha transformado de nuevo en esos ojitos llenos de ternura y amor que me profesan devoción cuando me miran, y su voz se ha relajado para volver a pronunciar palabras de afecto a su hermana a quien sin duda ama también, aunque legítimamente le provoque miedo y duda su presencia. Intuyo que el episodio no ha hecho mas que iniciar una serie de encuentros que serán inevitables e incluso necesarios para la maduración de sus personalidades.  Me gustaría saber como acompañar este proceso tan difícil que es reconocer la propia emoción y aceptarla. Sé que no puedo hacer "que no sientan" sus legitimas y auténticas emociones, pero espero mantener mi mente despejada y mi corazón abierto al aprendizaje para poder entender mejor a estas dos personitas que custodio como madre y que forman parte tan intima de mi propia alma.

Qué hermosa es la vida cuando podemos transformar el duro metal de las bajas pasiones, en el brillante oro de la compasión. Eso es lo que yo llamo verdadera alquimia!




Para acompañar la toma de consciencia he trabajado con Holly y con Pine de Bach*.
Lo expongo por si a alguien le resuena esta vivencia y quiere probar este recurso que en casa es habitual para acompañar en los momentos donde la natural gestión de las emociones resulta un poco difícil.

* Flores de Bach:  elixires de flores, y/o brotes de plantas elaborados con un particular método natural para extraer la cualidad vibratoria y energética de las mismas.  Su ingesta favorece la toma de conciencia de la propia realidad y acompaña en los procesos emocionales y su gestión.

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